Durante la crisis se destruyeron alrededor de 1,2 millones de empleos directos en el sector de la construcción. Muchos de estos empleos eran puestos no cualificados, ocupados por trabajadores con poca formación, lo que unido a una caída de la demanda en el sector, produjo graves dificultades para reinsertarse en el sector y en el mercado laboral en general. La profesionalización del sector se ha convertido en uno de los retos principales en la renovación que se está llevando a cabo, y desde la Fundación Vía Célere estamos comprometidos con este objetivo, desarrollando y apoyando iniciativas que promuevan la capacitación y mejora de la empleabilidad en edificación, que contribuyan a configurar el modelo inmobiliario del futuro, más acorde con los valores de modernidad, eficiencia y sostenibilidad que demanda la sociedad actual. Una mayor profesionalización del sector inmobiliario y de la construcción conlleva una formación de calidad, donde empresas y centros educativos colaboren para: • Adecuar la oferta formativa a la demanda real del mercado laboral. Es fundamental que las empresas del sector inmobiliario y de la construcción se impliquen activamente en el desarrollo de nuevos currículos formativos, ya que las capacidades que las empresas requieren pueden variar con el tiempo. La renovación del sector requiere del promotor inmobiliario del futuro no sólo una mayor profesionalización técnica, sino también un desarrollo de competencias y también una visión integral que incluya aspectos financieros, de marketing o jurídicos, entre otros. • Actualizar la formación conforme a la evolución tecnológica y la innovación del sector. La utilización de las nuevas tecnologías y la innovación en procesos y productos en el sector inmobiliario, han introducido exigencias en cuanto a formación, incluso para los niveles más bajos de la producción. •Colaborar con las facultades técnicas en universidades y centros de formación profesional o promover foros de encuentro entre empresas y estudiantes, son iniciativas fundamentales para conocer la demanda real del mercado de trabajo, y evaluar si la oferta formativa se adecúa a esa demanda.